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Profesor Dr. Aníbal Rodríguez Velasco

Año de la Revista:

2006

Edición N°:

2

Autores:

Italo Campodonico Garibaldi


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sochog.cl

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Título:

Tipo de documento:

In Memoriam

Profesor Dr. Aníbal Rodríguez Velasco

Volumen:
71

Contenido del documento:


A los 96 años de edad y después de una larga y penosa enfermedad, el 18 de enero de 2006, fallece en Santiago el Profesor Dr. Aníbal Rodríguez Velasco, figura señera y Maestro de la gineco-obstetricia chilena.

Don Aníbal era el último representante de esa generación de maestros visionarios que el año 1935 fundaron la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología y que durante la primera mitad del siglo pasado concretaron el desarrollo y prestigio de nuestra especialidad, tanto en el plano asistencial, como de docencia e investigación. Desde entonces nuestra especialidad experimenta una paulatina pero formidable transformación, evolucionando de una obstetricia «clásico-artesanal» a una medicina más científica y tecnificada; una medicina más seria y objetiva y sobre todo más eficaz, con proyección social y criterio preventivo. La ginecología alcanza su merecida y necesaria independencia de la cirugía general, al incorporar y desarrollar numerosas técnicas y procedimientos diagnósticos y terapéuticos, hasta alcanzar el grado de desarrollo que hoy exhibe.

Alto, más bien delgado, de figura apuesta y varonil nace en Santiago en 1910 en el seno de una distinguida familia, de virtudes tradicionales y cultas. Su padre don Aníbal Rodríguez Herrera vuelca toda su pasión hacia el quehacer político y servicio de la nación, correspondiéndole en diversas oportunidades ocupar cargos de responsabilidad como Ministro de Estado o de representación popular como senador o diputado. Su madre, doña Graciela Velasco, a quien tuve el honor de conocer, reunía las virtudes más nobles de la mujer chilena, supo conducir la vida hogareña y la educación de sus cuatro hijos con austeridad y dulzura.

El joven Aníbal cursa sus estudios secundarios en el colegio de San Ignacio donde recibe una educación esmerada e integral. Durante sus vacaciones, en las tierras familiares colchagüinas disfruta de su afición por la vida al aire libre y la caza. Una verdadera devoción por la cultura física y el esfuerzo lo acompañará toda la vida., practicando numerosos deportes, entre ellos el boxeo, en esos tiempos afición de moda entre algunos jóvenes de clase acomodada.

Se define como un muchacho de contextura física privilegiada, serio, poco demostrativo, y se compara con la niñez del perro grande, desarrollado físicamente, pero cuyo intelecto demora mayor tiempo en madurar. En la acción más que en la meditación encontrará siempre la solución a sus anhelos y la expresión de su generoso espíritu.

Ingresa a la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile en 1927 y ya en 1929, cursando el tercer año de la carrera, inicia sus actividades docentes, a las que se consagrará por más de 50 años. Ingresa como ayudante de las Cátedras de Anatomía de los profesores Davanzo y de su sucesor el profesor Roberto Aguirre Luco, el que lo distingue como principal prosector para las preparaciones exhibidas en clases.

Cursando el quinto año de la carrera se hace acreedor al Premio Anual como alumno más distinguido en la asignatura de Obstetricia, circunstancia que le valdrá una vez terminados sus estudios la posibilidad de ingresar como médico-residente a la Clínica Obstétrica Universitaria, dirigida por el Profesor Carlos Monckeberg, en el antiguo Hospital San Vicente, en calidad de Profesor encargado de curso de Semiología Obstétrica.

Al año siguiente -1935- en una de las primeras sesiones de la recién fundada Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología presenta una comunicación sobre «Útero bicorne bicollis». Treinta años después tuve la oportunidad de participar como coautor en su estudio titulado «Útero bicorne. Operación de Strassmann», presentado también en nuestra Sociedad y en que comprobamos el excelente futuro obstétrico que brindaba la citada intervención.

Su interés por la cirugía lo lleva a incorporarse, en forma simultánea y en calidad de ayudante ad-honorem, a la fecunda escuela de trabajo y perfeccionamiento de la Asistencia Pública, donde permanece por más de veinticinco años; lo que le permitirá desarrollar su extraordinaria habilidad quirúrgica, su talento clínico, sus decisiones rápidas y certeras, alcanzando la categoría de Médico Jefe de turno.

Interesado por la ginecología, gana por concurso en 1937 un cargo en el Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Ramón Barros Luco, donde el Profesor Eduardo de Ramón lo designa ayudante de su Cátedra Extraordinaria de Ginecología. Haciendo gala de una capacidad de trabajo sin parangón, cumple _en determinados períodos_ hasta tres turnos de residencia en forma simultánea, además de sus actividades de sala, sin acusar señal alguna de cansancio, operando con criterio y habilidad todo lo que se le pusiera por delante.

Aun le sobran energías y tiempo para concretar su pasión por la docencia; en virtud a su sólida preparación y sus relevantes condiciones docentes, fue aumentando su participación y responsabilidad, alcanzando las categorías de Profesor Encargado de curso, Jefe de Clínica y Profesor Agregado en la Cátedra del Profesor de Ramón.

Complementa su formación con cursos de postgrado en el extranjero. La primera fue una beca por cuatro meses, en 1942, ganada por concurso para practicar en hospitales de Buenos Aires, con los profesores Manuel Luis Pérez, Normando Arenas y Alfredo Jacob, pionero latinoamericano de la Colposcopía. En 1948 permanece dos meses como agregado en los servicios de los profesores Dieckmann y Davis en el Chicago Lying-in Hospital.

Tuvo méritos de sobra para alcanzar la jerarquía de Profesor Titular de Ginecología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Sin embargo, en ocasiones, la inequidad de algunos lleva a que sólidas instituciones cometan increíbles injusticias. Don Aníbal tuvo el coraje y la hombría de sobreponerse al agravio sufrido sin odiosidad, ni rencores. Si bien se le pudo privar de ese importante grado académico, nadie pudo impedir que fuera reconocido como un verdadero Maestro tanto en el ámbito nacional, como entre los múltiples profesores internacionales, que lo distinguieron con su amistad y admiración.

En 1955 la Facultad de Medicina de la Universidad Católica decide crear su propia Cátedra de Obstetricia y Ginecología, encargándolo de su organización y puesta en marcha, tareas que supo realizar con singular acierto. Le corresponde el mérito y la primacía de haber creado la primera Cátedra, en nuestro país, en que se enseñaron ambas disciplinas en forma conjunta e integrada. ¡Justicia Divina! don Aníbal Rodríguez fue el primer Profesor Titular de Obstetricia y Ginecología de nuestro país.

Tuve la fortuna que me distinguiera como el mejor alumno de su primer Curso de Obstetricia y Ginecología de la Universidad Católica, dictado en 1955 en el Hospital Barros Luco, al año siguiente fui su interno y luego, durante tres años, entre 1957 y 1960 desarrollé bajo su tutela mi formación como especialista, bajo el alero de la recién inaugurada Escuela de Postgrado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Lo reconozco como mi Maestro. Un grupo de afortunados recibimos a su lado no sólo conocimientos y una cabal formación como especialistas, sino que gradualmente y con su peculiar estilo y personalidad, nos inculcó sus superiores valores humanos y éticos, fundamentales para un correcto ejercicio profesional y de lo que me enorgullezco. ¡Si pudimos ver más lejos y más alto, es porque tuvimos la suerte de ser sustentados por los hombros de un gigante!

Los limitados recursos humanos y materiales que en esos años podía ofrecer el Hospital Barros Luco fueron compensados con creces por su tesón y entusiasmo. Destacan como sus más leales ayudantes el Dr. Eduardo Valenzuela Sáez, fallecido prematuramente y la Dra. Carmen Lönñberg, que llegada como interna en 1940, se quedaría para siempre trabajando a su lado, convirtiéndose en su más fiel colaboradora y, con el tiempo, en su compañera inseparable.

Luego de haber ocupado diversos cargos en su Mesa Directiva, le correspondió ejercer la presidencia de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología durante el período 1962-1963. Destacada participación le cupo también como Miembro Fundador y Presidente de la Sociedad Chilena de Esterilidad y en conformidad con su afición quirúrgica fue Miembro activo y Presidente tanto del Capítulo Chileno del American College of Surgeons y de la Sociedad de Cirujanos de Chile.
En 1964, asume por concurso la Jefatura del Servicio de Ginecología del Hospital del Salvador junto a la correspondiente Cátedra extraordinaria de Ginecología vacantes al jubilar el profesor Dr. Eduardo Bunster. Dicho Servicio con honrosa tradición de experta cirugía y buena organización estaba integrado por un grupo de ginecólogos de gran prestigio. El profesor Rodríguez logra atraer junto a ellos a un grupo de entusiastas colaboradores más jóvenes, consolidando así un Servicio y Cátedra de Ginecología de excelencia, tal vez único por la calidad de sus integrantes y por la extraordinaria y fructífera labor docente de pre y post grado que incluía a alumnos tanto de la Universidad de Chile, de la Católica y así como muchos llegados de toda Latinoamérica.
Cabe destacar que producto de su sencillez, bonhomía y el profundo respeto y admiración que el profesor Rodríguez despertaba, pudimos disfrutar de un grato ambiente laboral y de estudio, de su trato paternal y benevolente con las pacientes y el personal, el respeto por todos los integrantes del Servicio, en los que, a veces, descubría y alababa virtudes que no siempre los restantes éramos capaces de visualizar.

En noviembre de 1983 durante el acto en que la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología lo distinguió con el título de Maestro de la Obstetricia y la Ginecología chilena hace un recuento de las unidades que integraban su Cátedra y los nombres de sus principales integrantes y becarios más destacados. Me parece oportuno recordarlos como una contribución a la memoria histórica de la ginecología en Chile; me excuso por más de alguna omisión involuntaria y porque en forma deliberada he colocado sus nombres en forma desordenada, independientemente de su jerarquía: puesto que de algunos fui discípulo, de la mayoría compañero de trabajo y varios, a su vez, fueron mis alumnos. Recuerdo, entre otros, a don Abel Vieira, Carmen Lönñberg, Gastón Arancibia, Marta Lemus, Jorge Colvin, Sergio Fuenzalida, Elena Aubry, Juan Astorquiza, Gabriel Leal, Gloria Sáez, Visnia Milohnic, Manuel Vinagre, Pedro García, Alonso Uribe, Abraham Bravo, Roberto Foxley, Rodrigo Prado, Alfredo Dabancens, Oriana Salas, Fernando Muñoz Tapia, Alexis Bunster, Arnaldo Porcile, Arturo Vieira, Juan y Luis Varleta, Gastón Delard, Milton Nieldbaski, Italo Capurro, Karl Meyer, Emilio Leontic, Juan Márquez, Jorge Iglesias, Pablo Toledo, Eugenio Venegas, Alonso Uribe, Luis Berardi, Moisés Figueroa, Eduardo Yépez, Teodoro Lehrer, Hernán Sarmiento, José Bonati, Cecilia Kramarosky, Carlos Manríquez, Octavio Peralta, Bernardo Guerrero, Carlos Ramírez, Alexis Arriaza, Luis Cuitiño, Guillermo Galán, Patricio Gayán, Hernán Pardo, Gonzalo Corbalán, Juris Liepins, Octavio Silva, Alfredo Ovalle, Jorge Tisné, Arturo Soldati.

Conferencista destacado fue invitado frecuente a congresos y cursos nacionales y prácticamente en toda Latinoamérica, siendo designado miembro correspondiente u honorario de más de 30 Sociedades de la Región. En virtud a su relevante trayectoria FLASOG lo designa como Maestro de la Ginecología y Obstetricia latinoamericanas en Congreso celebrado en Montevideo en 1996. Los profesores J. Beruti y J. León de la Universidad de Buenos Aires; Herbert Traut, de la Universidad de California, San Francisco; R. Merger y R. Palmer de Paris; José Botella Llusiá en Madrid y T. Okabayashi de Tokio, lo invitan a ocupar tribuna de sus respectivos Servicios para exponer los temas de su predilección.

Su espíritu viajero lo llevó a recorrer los más remotos confines haciendo gala de su estado físico impecable y sus ansias por conocer geografías y personajes. Era un excelente compañero de viaje, culto, ameno y cicerone bien informado. Lo que sí resultaba difícil era seguirle su tranco mientras, durante largas horas, recorría ciudades, visitaba catedrales y museos, ascendía templos y pirámides, disfrutaba de playas y paisajes.

Siempre despertó una especial atracción entre las damas; sin embargo le conocí sólo dos grandes y verdaderos amores, que alcanzaron la idolatría: su Madre y Carmencita.

Detrás de una de su figura varonil y aspecto serio se ocultaba un corazón de niño, afectuoso, alegre y muy sensible. En más de una oportunidad se le humedecieron los ojos y derramó alguna lágrima como expresión de emoción y afecto.

Su ejemplo y legado permanecerá en la memoria de los que fuimos sus discípulos y amigos y no perderemos oportunidad de transmitirlo a las generaciones futuras.

Maestro, descanse en paz.

 

Profesor Dr. Italo Campodónico Garibaldi

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