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CORIOAMNIONITIS HISTOLÓGICA Y MORBIMORTALIDAD NEONATAL: APROXIMACIÓN AL SÍNDROME DE RESPUESTA INFLAMATORIA FETAL

Año de la Revista:

2010

Edición N°:

3

Autores:


Instituciones:

M.Inmaculada Rincón Ricote1, Fernando Magdaleno Dans1, Marta Sancha, Félix Omeñaca T.1, Antonio González González1


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Título:

Tipo de documento:

Trabajos Originales

CORIOAMNIONITIS HISTOLÓGICA Y MORBIMORTALIDAD NEONATAL: APROXIMACIÓN AL SÍNDROME DE RESPUESTA INFLAMATORIA FETAL

Volumen:
75

Contenido del documento:


INTRODUCCIÓN

La corioamnionitis es la causa más frecuente de mortalidad fetal en la segunda mitad de la gestación y se asocia a prematuridad, siendo un motivo importante de morbilidad materna y perinatal (1). Se ha demostrado que el riesgo de desarrollar parálisis cerebral en recién nacidos pretérmino con corioamnionitis clínica es entre dos y tres veces superior que en ausencia de esta infección (2,3).
El 10-15% de los casos de amenaza de parto pretérmino (APP) tienen un cultivo de líquido amniótico positivo, llegando al 25% cuando se desencadena el parto pretérmino (4). Por otra parte, en las gestaciones pretérmino con rotura prematura de membranas (RPM) el 30-50% tienen una corioamnionitis asociada (5).
Los gérmenes aislados en el líquido amniótico habitualmente son colonizadores de la vagina. Al respecto, en un estudio realizado por Ovalle y cols (6), en 80 pacientes con RPM pretérmino, los autores encuentran que existe infección intramniótica en el 50% de las gestaciones, que ésta es polimicrobiana en el 42% de los casos, y que los mico-plasmas son los gérmenes más frecuentes, segui¬dos de varias especies de estreptococos aeróbicos y anaeróbicos, teniendo escaso protagonismo las bacterias gram negativas y los hongos (Tabla I).
Es también importante destacar que el parto pretérmino es la causa más frecuente de morbimortalidad perinatal, excluyendo las malformaciones, con un importante impacto social y económico (7). Ahora bien, ¿la prematuridad en sí misma conlleva mayor frecuencia de lesiones? o, sin embargo, ¿es el parto pretérmino la respuesta del feto para protegerse de un ambiente intrauterino que le está dañando? En este sentido, numerosas investigaciones sobre el parto pretérmino y la RPM pretérmino sugieren que durante el desarrollo de la infección intrauterina el feto puede responder con la producción intrauterina de una serie de marcadores inflamatorios, tales como citocinas (interleucinas 1, 6, 8 y factor de necrosis tumoral), factor de activación
plaquetario, metaloproteasas y elastasas, que producen daño tisular fetal y que son los responsables, en definitiva, del síndrome de respuesta inflamatoia fetal (SRIF). Todos estos factores se elevan en el plasma del feto que desarrolla un SRIF, el cual puede afectar tanto a fetos pretérmino como a término, aunque estos últimos presentan un menor desarrollo de factores inflamatorios y morbilidad
neonatal (7).
Sin embargo, en un gran número de casos este cuadro es asintomático, fundamentándose su diagnóstico en la demostración de unos niveles de interleucina-6 superiores a 11 pg/ml en plasma fetal (8). Su correlación histológica es la funiculitis y la corioamnionitis (9,10), siendo la funiculitis un factor de riesgo independiente para el desarrollo de parálisis cerebral (OR: 5,5; IC95%: 1,2-24,5) (11).
El SRIF se asocia íntimamente con la existencia de infección intraamniótica, pero entre el 20 y 30% de los fetos con este síndrome tienen cultivos de líquido amniótico negativos. Este hecho supone que pueden existir otras condiciones capaces de evocar
una respuesta inflamatoria fetal sistémica, como pudieran ser la trombosis, isquemia, infecciones por virus o mecanismos inmunológicos (8,12,13).
Se estima que en el 50% de los casos de corio-amnionitis se desarrolla un SRIF (14). Ahora bien, el 80% de los mismos cursan de forma asintomática, sólo el 15% de las pacientes con corioamnionitis presentan síntomas de APP y únicamente el 30% de las RPM pretérmino se asocian a un cuadro de corioamnionitis clínica (15). Por tanto, la corioamnionitis clínica es un marcador poco sensible de compromiso infeccioso intrauterino y muchos fetos estarán expuestos a desarrollar un SRIF y sus consecuencias en ausencia de síntomas maternos que permitan sospecharlo.
El concepto de SRIF sugiere que el proceso fi-siopatológico que precede al desarrollo de complicaciones neonatales, tradicionalmente atribuidas a la prematuridad, puede tener su origen antes del parto y podría explicar la asociación entre la presencia de un proceso inflamatorio intrauterino y el desarrollo de sepsis neonatal (16), distrés respiratorio, displasia broncopulmonar (17) y lesiones de la sustancia blanca cerebral, en especial leucomalacia periventricular (LPV) (18), que condiciona el posterior desarrollo de parálisis cerebral hasta en el 60-80% de los casos (19,20). La LPV es una lesión cerebral caracterizada por focos de necrosis en la sustancia blanca próxima a los ventrículos laterales, y aunque clásicamente se consideraba de origen isquémico, recientemente se ha demostrado el papel de la infección en su patogenia (3,18,21,22). En definitiva, las consecuencias más graves del SRIF son las lesiones cerebrales y la consiguiente parálisis cerebral.
Tradicionalmente, se ha considerado que la alta incidencia de secuelas neurológicas asociadas a la prematuridad se debía a una mayor frecuencia de hemorragia intraventricular secundaria a asfixia perinatal. No obstante, cada vez es más discutible la relación causal entre hipoxia fetal y daño neurológico, habiéndose demostrado que el 80% de los casos tienen una base etiológica no relacionada con el parto (infección intramniótica, alteraciones metabólicas, enfermedades neuromusculares, trastornos de la coagulación, enfermedades genéticas, etc.), siendo la hipoxia intraparto sólo responsable de menos del 20% de la morbilidad neurológica (23). Es más, el 75% de las parálisis cerebrales tienen una etiología incierta, siendo mayor su pre-valencia cuanto menor es la edad gestacional y la evidencia actual sugiere que el factor de riesgo identificable más importante de parálisis cerebral es el desarrollo de LPV en relación con la exposi-ción a factores inflamatorios intraamnióticos en el contexto del SRIF (24).
En resumen, desde que en 1978 Nelson y Ellenberg (25) apreciaron que el riesgo de parálisis cerebral en recién nacidos pretérmino era entre 3 y 4 veces superior en los casos de corioamnionitis, numerosos autores han demostrado que existe una clara correlación entre corioamnionitis, LPV y parálisis cerebral (2,3,21,26). Abundando en lo mismo, diferentes publicaciones (18,19,27-30) constatan que las interleucinas mediadoras de la reacción inflamatoria son las responsables del desarrollo de LPV y posterior parálisis cerebral. Así se confirma la hipótesis de Leviton, que postulaba que la infección intrauterina puede desencadenar una reacción inflamatoria que facilite el desarrollo de LPV y el desencadenamiento del parto pretérmino; apreciando, de igual manera, la relación entre parálisis cerebral y parto pretérmino (31).
El objetivo de esta investigación es evaluar la relación entre SRIF y el desarrollo de complicacio-nes neonatales.

MATERIAL Y MÉTODO

Para evaluar la relación entre el SRIF y el desarrollo de las complicaciones neonatales a las que se asocia, se realizó un estudio en el Hospital Universitario La Paz de Madrid, buscando una aproximación al SRIF desde la corioamnionitis histológica/funiculitis. Se trata de un análisis descriptivo y retrospectivo, estando el grupo de estudio constituido por 35 gestaciones simples pretérmino recogidas durante el primer semestre de 2008 y en las que la anatomía patológica de la placenta y anexos ovulares demostró la presencia de una corioamnionitis histológica y/o funiculitis. En este sentido, cabe resaltar que en el citado hospital se practica estudio anatomopatológico sistemático de las placentas y anexos ovulares de los partos pretérmino y de aquellas gestaciones con sospecha de corioamnionitis. Se revisaron las historias clínicas de las gestantes y neonatos, analizando los datos epidemiológicos y estudiando el seguimiento del embarazo, parto y evolución del neonato. La información fue procesada mediante el programa infor¬mático para bases de datos Microsoft EXCEL y fue analizada mediante el programa estadístico SPSS
12.0 para Windows.

RESULTADOS

De las citadas 35 gestaciones simples, se ob-tuvieron 35 recién nacidos vivos. De ellos, 26 eran varones (74,3%) y 9 mujeres (25,7%). La edad media gestacional al nacimiento fue de 28+4 semanas, con un rango comprendido entre las semanas 24 y 36+6. El peso medio al nacimiento era de 1.205 g, con un rango entre 604 y 2.335 g. El pH en arteria umbilical fue de 7,28 como media, siendo de destacar que en ningún caso el pH era inferior a 7,05. Con respecto al test de Apgar a los 5 minutos, ningún recién nacido presentó una puntuación inferior a 3.

En cuanto a la clínica materna se refiere, es importante reseñar que 21 gestantes (60%) no pre¬sentaban sintomatología alguna. Asimismo, otras 7 embarazadas (20%) mostraban unas manifestaciones clínicas un tanto anodinas e inespecíficas, ya que en 2 casos sólo existía una leucocitosis aislada y 5 mujeres tenían una infección extragenital (urinaria, gastrointestinal o respiratoria). Finalmente, y esto es lo más destacable, sólo 7 gestantes (20%) presentaban una sospecha clínica de corioamnionitis (Figura 1).
Diferentes investigadores, (4,6-8,13,20,32), re-cogen una serie de factores de riesgo asociados a la infección intraamniótica y al SRIF, siendo los principales la RPM pretérmino, la metrorragia del II-III trimestre de causa desconocida, la fiebre de origen desconocido y la APP con bolsa íntegra asociada a determinados factores negativos (gestación menor de 28 semanas, APP refractaria al tratamiento, bolsa prolapsada, foco infeccioso extragenital, portadora de DIU o cerclaje, cérvix menor de 15 mm y analítica sospechosa) (Tabla II).
En el global de la casuística analizada, se en-contraron uno o más de estos factores de riesgo en 28 gestaciones, lo que supone el 80% del total, no estando presentes en sólo 7 mujeres (20%). Al correlacionar la existencia o no de factores de riesgo de SRIF y la sospecha o no de corioamnionitis clínica, se aprecia que aquéllos estaban presentes en el 85,7% de las sospechas clínicas de corioamnionitis, aunque también en un porcentaje muy alto, en el 78,6%, de las gestaciones sin evidencia clínica de infección intraamniótica (Figura 2). Esta circunstancia viene a demostrar, en primer lugar, que un alto porcentaje de corioamnionitis histológicas cursan de manera silente, hecho perfectamente contrastado, y en segundo, que estos factores negativos orientan adecuadamente sobre un mayor riesgo de corioamnionitis y de SRIF, haciendo posible una mejor aproximación diagnóstica, así como una más correcta conducta obstétrica.
De los factores de riesgo estudiados, los más importantes resultaron ser la RPM pretérmino (51,4%), la APP por debajo de la semana 28 (31,4%) y la APP refractaria al tratamiento tocolítico (20%) (Figura 2). En concreto, sobre 13 APP recogidas, en 11 pacientes (84,6%) ésta se producía antes de la semana 28 y en 7 casos (53,8%) no hubo una adecuada respuesta a la tocolisis.
Con respecto a la mortalidad perinatal, es de destacar que no se registró ninguna muerte fetal anteparto. Por el contrario, la mortalidad neonatal fue del 11,4%, a expensas de 4 muertes precoces, aunque sólo 2 de las mismas (5,7%) guardaban una relación directa con el SRIF, en el contexto de una corioamnionitis severa. Los otros 2 (5,7%) se debieron a otras patologías (cuadro polimalforma-tivo y complicaciones de la prematuridad extrema, respectivamente). El estudio de la morbilidad neonatal demostró que sólo 7 (20%) recién nacidos no presentaron complicaciones significativas y que 28 (80%) sí tenían patología asociada (Figura 3). En numerosos neonatos, la morbilidad no era patognomónica de infección intraamniótica e incluía anemia severa (22 casos), membrana hialina (19 casos), hiperecogenicidad periventricular (11 casos), hemorragia intraventricular (7 casos) y enterocolitis necrotizante (4 casos). Ahora bien, en casi la mitad de los casos, en concreto en 17 recién nacidos (48,6%), se encontró patología encuadrada dentro del SRIF. En 10 casos (28,6%) existía sepsis neonatal; en 4 (11,4%) sepsis neonatal y LPV; en 2 (5,7%) displa¬sia broncopulmonar, y en 1 (2,9%) LPV aislada.
En definitiva, en la casuística estudiada, la morbilidad asociada al SRIF fue del 48,6%, siendo la mortalidad directamente relacionada con esta patología del 5,7%.

DISCUSIÓN

El análisis de los resultados de este estudio corrobora el carácter subclínico del SRIF, ya que sólo el 20% de las mujeres presentaron sintoma-tología sugestiva de una infección intraamniótica. Teniendo en cuenta este comportamiento silente de la enfermedad, es evidente que sería de gran utilidad conocer qué fetos están desarrollando un SRIF. Es más, es importante destacar que no exis-ten pruebas diagnósticas no invasivas que permi-tan saberlo, puesto que la única opción de diagnóstico de certeza es la obtención de sangre fetal por cordocentesis para determinar concentraciones de factores inflamatorios, como interleucina-6, lo que no parece indicado como conducta habitual.
No obstante, parece sensato el intentar seleccionar determinados grupos de riesgo para la infección intraamniótica y sus complicaciones; grupos que se podrían beneficiar de la realización de una amniocentesis diagnóstica, practicándose cultivo bacteriológico, e incluso medición de los niveles de determinadas interleucinas. Asimismo, el resultado de la amniocentesis sería de gran ayuda para decidir la conducta clínica a seguir. En este sentido, y como ya ha sido expuesto anteriormente, diferentes autores (4,6-8,13,20,32), han establecido cuáles son los principales factores de riesgo de infección intraamniótica y SRIF (Tabla II).
Dichos factores de riesgo estaban presentes en el 80% de las gestaciones englobadas en nuestra casuística, siendo los principales la RPM pretérmino, la APP por debajo de la semana 28 y la APP refractaria al tratamiento tocolítico. Por otra parte, en el estudio se encontraron entre uno y cinco factores de riesgo en el 85,7% de los casos con sospecha de corioamnionitis y en el 78,6% de aquellos en los que no se sospechaba. Estos resultados parecen confirmar la validez de los citados grupos de riesgo y apoyan la utilidad de evaluar mediante amniocentesis los casos con factores de riesgo asociados, puesto que menos del 20% de los embarazos quedarían excluidos del estudio atendiendo a este criterio.
La respuesta inflamatoria sistémica del feto se puede considerar un mecanismo de adaptación fetal de supervivencia frente a un ambiente intrauterino adverso (33). Por ello, se debe tener presente que el feto de pacientes con APP y/o RPM puede padecer un proceso fisiopatológico grave y numeosas veces silente, lo que exige que el manejo clínico de estas entidades sufra una reconsidera¬ción, sobre todo en los casos que precisan tocolisis recurrente. En este trabajo, el 54% de los casos de APP no respondieron al tratamiento tocolítico. Esta situación hace aconsejable el reevaluar las indicaciones y protocolos actuales de tocolisis, siendo preciso revisar la conducta clínica habitual en las APP, en especial en casos de RPM pretérmino y APP refractaria al tratamiento, ya que muchas de ellas podrían coexistir con un feto afectado, que po¬dría tener mejor pronóstico fuera del útero a pesar de la prematuridad (7).

En estos tiempos, en los que la judicialización de la Obstetricia es la norma, la descripción del SRIF posibilita un nuevo enfoque de la etiopatogenia del daño neurológico fetal y neonatal y, desde luego, permite desterrar el mito de que la asfixia intraparto es la causa fundamental de parálisis cerebral. Igualmente, el conocimiento de este síndrome sugiere que la prevención de la parálisis cerebral se ha de llevar a cabo intraútero, ya que el daño neurológico desarrollado en este contexto tiene lugar durante la gestación y previamente al parto.
En varios ensayos (18,19,27-30) se ha demos-trado que la elevación de citocinas en el feto está relacionada con el daño neurológico posterior, justificado por un efecto tóxico directo del agente infeccioso y por la respuesta inflamatoria secundaria a la infección intraamniótica, comprobándose (34) que la elevación de interleucina-6 es un factor de riesgo independiente para el desarrollo de LPV. Ahora bien, otros autores (35,36) no han encontrado esta relación, apreciando que los criterios de inclusión no son homogéneos y que las repercusiones va-rían con la edad gestacional y con la severidad y duración de la corioamnionitis. Además, se ha constatado que el nivel de interleucina-6 sirve para confirmar el diagnóstico, pero sin que su valor ab¬soluto guarde una adecuada correspondencia con la morbilidad neurológica (37).

CONCLUSIÓN

Es importante reseñar que el conocimiento del SRIF abre una serie de controversias diagnósticas y terapéuticas en el terreno de la Obstetricia y obli-ga a una reevaluación de los protocolos actuales de manejo de la APP y RPM pretérmino. En los momentos actuales, es preciso pensar en su existencia e intentar una aproximación a su diagnóstico, lo que podría conllevar la práctica de un mayor número de amniocentesis. De igual manera, se hace necesaria la modificación de algunas de las estrategias terapéuticas habituales en la APP y RPM pretérmino, que abarcaría aspectos tales como momento de inicio, duración y pauta de antibióticos; indicaciones de la tocolisis y número adecuado de ciclos; asociación de fármacos moduladores de la respuesta inflamatoria; momento de finalización de la gestación; y, finalmente, posibles excepciones a la conducta activa en determinados casos de corio-amnionitis subclínica.

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