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Teratoma quístico de ovario con concreciones sólidas

Año de la Revista:

2006

Edición N°:

4

Autores:

Margarita Álvarez de la Rosa R.1, Erika Padrón P.1, Patricia Hernández P.1, José Luis Trujillo C.1


Instituciones:

1Departamento de Obstetricia y Ginecología, Hospital Universitario de Canarias, Universidad de La Laguna, Tenerife, España.


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Título:

Tipo de documento:

Casos Clínicos

Teratoma quístico de ovario con concreciones sólidas

Volumen:
71

Contenido del documento:


INTRODUCCIÓN

Los tumores de células germinales constituyen casi el 20% de los tumores de ovario y de ellos un 95% son benignos, siendo el tipo más frecuente el teratoma maduro benigno o también denominado quiste dermoide (1).

Aproximadamente el 80% se presentan en mujeres en edad fértil. Se originan a partir de células embrionarias pluripotenciales presentes habitualmente en ovario, testículo, mediastino, retroperitoneo y región sacrocoxígea, esto explica que la coloración de las faneras del quiste coincida con el fenotipo del paciente (2).

El teratoma quístico benigno con relativa frecuencia es un tumor bilateral (del 7 al 25% según los autores) (1) y se caracteriza por una cápsula gruesa, bien formada, revestida por epitelio plano estratificado. Bajo este se pueden encontrar una variedad de apéndices cutáneos que incluyen glándulas sudoríparas, apocrinas y sebáceas. La cavidad se llena de los detritus de éste y sus anexos, que es de color amarillo pálido, grasoso, espeso y suele contener pelo. Otros tejidos que se pueden encontrar son dientes, cartílago, plexos coroideos, falanges, tejido nervioso y en ocasiones tejido tiroideo (struma ovarii) con potencial tirotóxico o de degeneración maligna tiroidea.

La mayor parte de los quistes dermoides son asintomáticos y la forma más frecuente de presentación son el dolor abdominal (48%) y hemorragia uterina anormal o concomitante (15%) o aumento del volumen abdominal (15%). La rotura de un quiste dermoide es rara, entre el 1-1,2% y constituye una urgencia quirúrgica (3).
El tratamiento es quirúrgico, siendo posible la mayor parte de las veces una resección del mismo, respetando el resto del ovario.

La ecografía constituye el modelo diagnóstico de elección y la combinación de ecografía con radiografía simple de abdomen proporciona un diagnóstico más exacto en la mayoría de los casos, siendo la resonancia magnética o la TAC el que aporte el diagnóstico diferencial.

El interés del caso que se presenta se basa en la morfología del contenido del quiste, descrita en muy escasas ocasiones en la literatura y en su iconografía.

CASO CLÍNICO

Paciente de 29 años, nuligesta, que consulta remitida desde su médico de cabecera por dolor abdominal y sospecha de quiste gigante de ovario. Sus antecedentes médicos no presentan interés. En la exploración ginecológica presenta himen íntegro, por tacto rectal se revela gran tumoración que abomba el Douglas y que llega a 3 traveses de dedo por encima de ombligo sin poder concretar de qué anexo depende, discretamente dolorosa.

La analítica es normal y los marcadores tumorales son normales. La ecografia es informada como «imagen quística unilocular de 20 por 12 cm de contenido homogéneo mucinoso con concreciones ecodensas de 0,5 a 1 cm cada una, avascular» (Figura 1). Se completa el estudio con una resonancia magnética, cuyo informe hace referencia a gran tumoración quística pélvica bien delimitada de 18x11x17 cm, con múltiples imágenes nodulares en su interior, con alta señal, indicativo de su naturaleza grasa. Estas formaciones flotan en el componente líquido de la tumoración y ocupan la zona más superior debido a su menor densidad (Figuras 2 y 3).

En la intervención quirúrgica se aprecia un ovario derecho tumoral, encapsulado, de superficie lisa y libre de adherencias y útero y ovario izquierdo normales. Se realiza anexectomía derecha con biopsia en cuña de ovario izquierdo. Se toman muestras para citología peritoneal. El aspecto de la pieza quirúrgica abierta se puede observar en la Figura 4, se trata de múltiples concreciones de 1 cm entremezcladas con pelo y líquido. La citología peritoneal no reveló indicios de malignidad. El informe anatomopatológico fue de teratoma quístico maduro de ovario derecho y ovario izquierdo normal. El postoperatorio transcurre con normalidad.

DISCUSIÓN

De este caso destaca la extraordinaria rareza del aspecto del teratoma. El teratoma quístico maduro de ovario se presenta en mujeres jóvenes, siendo el 60% asintomático, y el tamaño medio al diagnóstico suele ser de 7 cm (1). En el interior del tumor se suelen encontrar grasa, pelos y calcificaciones. Los teratomas quísticos suponen el 45 % de los teratomas ováricos y se clasifican según su configuración y contenido. En este caso lo más característico son las bolas, móviles con el cambio de posición de la paciente. Al contrario que en otros casos publicados no se consideró el diagnóstico diferencial con el quiste hidatídico (4) por tratarse una enfermedad que no existe en nuestro medio, pero que en caso de plantearse se resuelve con una serología.

Los casos de tumores con concreciones sólidas flotantes publicados corresponden a un tumor mediastínico, uno de retroperitoneo, otro del área otorrinolaringológica y 6 ováricos que se resumen en la Tabla I (2,4-8). La teoría etiopatogénica propuesta por la mayoría de los autores (5) supone que la grasa está líquida a la temperatura corporal y los desechos sólidos como pelo que se forman van cayendo, se rodean de grasa, solidifican y son redondos por el rozamiento entre si, por lo que a esto lo han denominado el «signo de la trufa». En un caso (8) el tumor apareció en el Douglas sin relación aparente con el ovario del que se cree que se auto amputó. Los autores suponen que a la vista de los casos publicados, el hallazgo característico de concreciones sólidas móviles en la ecografía y la resonancia pueden asegurar el diagnóstico patognomónico de teratoma quístico de ovario.

BIBLIOGRAFÍA

  1. Kocak M, Dilbaz B, Ozturk N, Dede S, Altay M, Dilbaz S, et al. Laparoscopic management of ovarian dermoid cysts: a review of 47 cases. Ann Saudi Med 2004;24(5):357-60.
  2. Rao JR, Shah Z, Patwardhan V, Hanchate V, Thakkar H, Garg A. Ovarian cystic teratoma: determined phenotypic response of keratocytes and uncommon intracystic floating balls appearance on sonography and computed tomography. J Ultrasound Med 2002;21(6):687-91.
  3. Balat, Aydin A, Kutlar I, Camci C. Ruptured granulosa cell tumor of the left ovary and mature cystic teratoma of the right ovary: a case report of unusual acute abdominal syndrome. Eur J Gynaecol Oncol 2001; 22(5):350-1.
  4. Canda AE, Astarcioglu H, Obuz F, Canda MS. Cystic ovarian teratoma with intracystic floating globules. Abdom Imaging 2005;30(3):369-71.
  5. Otigbah C, Thompson MO, Lowe DG, Setchell M. Mobile globules in benign cystic teratoma of the ovary. BJOG 2000;107(1):135-8.
  6. Kawamoto S, Sato K, Matsumoto H, Togo Y, Ueda Y, Tanaka J et al. Multiple mobile spherules in mature cystic teratoma of the ovary. Am J Roentgenol 2001; 176(6):1455-7.
  7. Rathod K, Kale H, Narlawar R, Hardikar J, Kulkarni V, Joseph J. Unusual «floating balls» appearance of an ovarian cystic teratoma: sonographic and CT findings. J Clin Ultrasound 2001;29(1):41-3.
  8. Kobayashi Y, Kiguchi K, Ishizuka B. Mature cystic teratoma of the pouch of Douglas containing multiple mobile spherules. Int J Gynaecol Obstet 2006;92(1): 81-2.
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